Por Europa en Moto – Episodio 32: STONEHENGE ¿Obra de Aliens? 👽

Cuanto menos curioso. Stonehenge, ese emblemático y enigmático lugar envuelto de cientos de misterios y leyendas, brutales monolitos de piedra erguidos impasibles al tiempo.

En realidad, no tenía ni idea de cuan concurrido es este lugar, dentro de mi ignorancia, mientras viajaba hacia allí iba pensando en qué sensación me transmitirían esas rocas al estar junto a ellas, quería tocarlas y cerrar los ojos. Muy lejos de lo que fue la realidad, pues el «monumento» está totalmente acordonado, cercado, cerrado a cal y canto, custodiado por guardias y patrullas en coche. Lejos, a aproximadamente un par de kilómetros se encuentra un parking con miles de plazas y un control de acceso, allí dejé la moto. Tras casi una hora haciendo colas cual parque de atracciones llegué a la ventanilla para pagar, sí, el acceso es de pago y además caro. 

Había hecho miles de kilometros para llegar ahí, ahora no me iban a espantar 30 libras… ¿verdad? uff… me costó decidirme, después de todo pagué! maldita sea… ¿patrimonio de la humanidad? ¿por qué tengo que pagar para verlo? 

Los cuervos, haciendo caso omiso a las cuerdas y vallas se posaban sobre las rocas a mirar los estúpidos humanos dar vueltas alrededor de ellos. Los envidié.

Al fin detrás de la barrera con unos 40€ menos en el bolsillo y ni rastro de los pedruscos, vaya… resulta que hay que volver a esperar… esta vez a un autobús, resulta que había una línea de autobuses dentro del propio recinto, después de cruzar unas lomas de prados verdes conseguí distinguir las siluetas de Stonehenge por primera vez. Llegamos a la parada y los últimos cientos de metros se realizan a pie, guardias patrullaban el perimetro, pues las rocas estaban detrás de una barrera más. Una gruesa cuerda enhebraba postes que te «impedían» acercarte a las rocas.. mi gozo en un pozo. Ni siquiera podría tocar una maldita piedra, lo cierto es que estaba algo frustrado y un poco más pobre que hace un rato. Ni que decir de que cientos de personas más ( quizá miles ) giraban alrededor del conjunto de piedras como un rebaño, era difícil hacerse una foto sin que saliera alguna persona más proveniente de cualquier rincón del mundo, pues había gente de todas las formas y colores. Ah por cierto! cuando vas a abandonar las instalaciones te canalizan por una tienda de souvenirs… imanes para la nevera, camisetas y demás chorradas para terminar de limpiarte el bolsillo, también había restaurante etc, ni miré los precios… 

Y a mí que incluso me pasó por la cabeza acampar entre las rocas a ver si me abducía algún extraterrestre o algo, pues ese lugar no es de este planeta.

Mis fotografías de Stonehenge

 

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